Salud

Enfermedad renal crónica: síntomas, tratamiento y prevención

29 junio 2023

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Lesión con pérdida progresiva e irreversible de la función renal. En su fase más avanzada, los riñones ya no son capaces de mantener la normalidad en el medio interno del paciente.

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¿De qué se trata?

Se trata de una lesión renal con pérdida progresiva e irreversible de la función renal. En su fase más avanzada, los riñones ya no son capaces de mantener la normalidad en el medio interno del paciente.

La diabetes, la obesidad y la hipertensión son tres de los factores que contribuyen a que en el futuro las cifras puedan ser aún mayores, por lo que el diagnóstico y el tratamiento precoces son cruciales.

La insuficiencia renal puede ser aguda, cuando aparece de repente y normalmente tiende a recuperarse, y crónica, cuando la insuficiencia renal se produce de forma lenta y progresiva, sin posibilidad de recuperación. Es importante subrayar que un solo riñón sano es suficiente para mantener una función renal completamente normal.

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Síntomas de la enfermedad renal crónica

La ausencia de síntomas en las primeras fases de la enfermedad hace que una gran parte de la población infravalore, ignore o posponga los cuidados que deben prestarse. Esta ausencia inicial de signos se debe a la capacidad de los riñones para adaptarse a la pérdida progresiva de su función, lo que significa que los signos sólo aparecen cuando la patología ya es muy grave.

Una persona puede ser asintomática hasta que su función renal esté un 15% o 20% por debajo de lo normal. En presencia de enfermedad renal, diabetes o hipertensión (en los estadios muy avanzados, hasta el 90% de los pacientes pueden presentar hipertensión arterial), se debe consultar a un doctor especialista para intentar retrasar al máximo la progresión de la patología, manteniendo la calidad de vida.

Los principales signos de alerta son ardor o dificultad para orinar; micción frecuente, sobre todo por la noche; micción con sangre; presencia de ojos, manos y/o pies hinchados, sobre todo en niños; dolor bajo las costillas que no cambia con el movimiento; hipertensión arterial. Otras quejas frecuentes son el cansancio progresivo, la debilidad generalizada y la fatiga ante esfuerzos pequeños o moderados. Estos problemas son consecuencia de la anemia, frecuente en la insuficiencia renal. Otras veces, se observa un insomnio progresivo, en el que el paciente debe tomar medicación para conciliar el sueño. Muy a menudo, en un estado grave, se produce pérdida de apetito, náuseas o vómitos.

La función del riñón es eliminar la mayor parte de los líquidos y productos de desecho metabólicos. Por lo tanto, en presencia de una función renal anormal existe una tendencia a la acumulación de líquido, más abundante en las piernas a medida que avanza el día, y en la cara a primera hora de la mañana, al despertar. Algunos pacientes también presentan picor generalizado en la piel y un cutis pálido y seco.

Otros síntomas más raros son los cambios menstruales en mujeres jóvenes y la tendencia a sangrar por la piel o a gotear sangre por el tubo digestivo.

 


Causas de la enfermedad renal crónica

Las causas más frecuentes son la glomerulonefritis, la pielonefritis, los riñones poliquísticos, la diabetes y la hipertensión. Puede haber factores hereditarios que aumenten la tendencia a la enfermedad renal crónica.



Diagnóstico de la enfermedad renal crónica

El diagnóstico implica análisis de sangre y orina y medición de la tensión arterial. Los análisis de orina permiten evaluar la pérdida de proteínas, así como la eliminación de sal y otros elementos. En los pacientes diabéticos es necesario mantener un control estricto de los niveles de glucosa para reducir su impacto en la función renal. También puede ser necesario realizar ecografías, tomografías o resonancias magnéticas.

 


Tratamiento de la enfermedad renal crónica

El tipo de tratamiento depende de la fase en la que se encuentre el paciente. La terapia permite corregir los problemas producidos por la disfunción renal y evitar la insuficiencia renal o, si ya está presente, retrasar o detener su progresión. Incluye la dieta y la medicación. La dieta ayuda a controlar la tensión arterial y a reducir la acumulación de sustancias como la urea, el fósforo o el potasio, que los riñones enfermos no pueden eliminar en cantidades suficientes. De este modo, los signos tienden a mejorar y la pérdida de función puede ralentizarse o detenerse. Se utilizan medicamentos para estabilizar la tensión arterial, suministrar las hormonas que el riñón es incapaz de producir o aliviar los vómitos o el picor.

La cantidad de líquido que se debe beber varía en función de la cantidad de orina diaria. Si hay mucha orina, es necesario aumentar la ingesta de agua. Cuando es demasiado poco, hay que reducir la cantidad de líquidos para que no se acumulen. Si padece hipertensión, debe eliminar la sal y no comer embutidos ni conservas.

Cuando los riñones funcionan menos de la mitad de lo normal, ya no son capaces de eliminar las sustancias resultantes de la ingestión de proteínas, especialmente las de la carne y el pescado. En estos casos, conviene reducirlos en la dieta, compensándolos con otros alimentos. El potasio también puede acumularse en la sangre y debe vigilarse, al igual que las grasas y el azúcar, sobre todo en pacientes diabéticos.

Además, en caso necesario, pueden recetarse fármacos para controlar la tensión arterial, los niveles de calcio y fósforo, y para tratar o controlar la anemia.

Cuando la función renal ya no es suficiente para satisfacer las necesidades del organismo, es imprescindible hacerlo de forma mecánica, mediante hemodiálisis y diálisis peritoneal. En ambos casos, el objetivo es filtrar la sangre, evitando que se acumulen sustancias tóxicas y exceso de líquido. Estos tratamientos deben realizarse, por término medio, tres veces por semana.

 


Prevención de la enfermedad renal crónica

Hay recomendaciones que son válidas para la población en general: mantener un peso normal, evitar el tabaco y el alcohol, hacer ejercicio regularmente, entre otras. La prevención de la enfermedad renal crónica implica controlar todos sus factores de riesgo, como la diabetes y la hipertensión, y diagnosticar y tratar precozmente cualquier enfermedad renal, evitando así su progresión. Es importante realizar exámenes periódicos, cumplir el tratamiento prescrito para la diabetes y/o la hipertensión, controlar el exceso de peso, seguir una dieta sana y un programa regular de ejercicio, dejar de fumar, evitar el uso abundante de analgésicos sin prescripción médica, hacer cambios en la dieta reduciendo la sal y las proteínas, y limitar la ingesta de bebidas alcohólicas.

 



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